El uso de la tecnología tiene su efecto altamente positivo
en la adaptabilidad, interrelación y ejecución de cualquier proceso en términos
de tiempo y con ello el ahorro en planificación, producción, logística e
intermediación. Expresado así en términos empresariales o de negocio pero
que lo podemos trasladar a nuestro día a día en cualquier ámbito, ya sea para
reservar un viaje, tener una cita, buscar un empleo, colgar fotos
personales, expresar una opinión, elevar nuestra indignación ante un hecho
relevante, configurar nuestro coche preferido o comprar cualquier artículo
entregado en menos de dos horas, etc.
Vivimos en una sociedad veloz, cada vez más rápida, con una
adaptabilidad al cambio cada vez menos espaciada en el tiempo, donde la
revolución de la mensajería instantánea nos ha derivado a una conectividad casi
infinita con cualquier persona en cualquier lugar remoto de la esfera terrestre
y a cualquier huso horario.
Esta inmediatez cambia la estructura de las organizaciones
pero sobre todo cambia la forma de interactuar y relacionarse entre los seres
humanos.
La gran pregunta es, ¿cómo se adapta el cerebro, el
procesamiento de información y los rasgos psicológicos a este nuevo modelo?
Neurólogos, sociólogos y psicólogos están de acuerdo que
esta inmediatez mal entendida puede causar frustración cuando la exigencia es
máxima. Una generación acostumbrada a “lo quiero ya, de forma inmediata”
derivará en una estructura de comportamiento, de actitud, de aptitud, de
gestión de compra, de relacionarse con amigos o familiares y de proyección en
un entorno laboral muy diferente a la actual.
Es fundamental que desde el sistema educativo y el entorno
familiar se intente minimizar este efecto frustración ya que si no tendremos
una sociedad formada por seres humanos que todo aquello que no pase en los
próximos 5 minutos no tendrá validez, convirtiéndonos en seres de la vida
instantánea donde los plazos y la planificación pasará a un plano absolutamente
secundario.
¿Cómo afectará este a un entorno laboral? Según expertos en
recursos humanos, cada vez es más difícil que alguien piense en un proyecto a
medio-largo plazo. Para una nueva generación donde 6 meses puede ser una
eternidad si lo vemos desde su secuencia vital de inmediatez, ¿cómo se va a
delimitar y analizar esta frustración de querer “progresar” rápido en un
entorno profesional?
Muchos interrogantes se abren ante la perspectiva de un
nuevo modelo relacional entre personas y donde la inmediatez puede derivar en
un estado de ansiedad permanente por querer que todo sea instantáneo. Los
modelos de negocio lo deben tener en cuenta ya que no perderá el que peor lo
haga sino el que más tarde en adaptarse. Proyectos que se frustran desde
la velocidad, si no lo haces tú alguien más lo estará haciendo el día de
mañana, perdón, en unas horas.
Jordi Crespo
MArket Research Translation Services
ReplyDeleteNice information.