Ante este reto y estando ante una publicación de marketing “puro”, no voy a divagar con los últimos acontecimientos ocurridos en nuestro país con las acampadas a favor de una democracia real, pero sí que me sirven como argumento de reflexión para una teoría conspiratoria basada en intentar insuflar optimismo a una sociedad que por desgracia está muy falta de ello, siempre hablando desde las marcas y las organizaciones.
Como decía John Locke, “los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias”.
Vivimos a diario situaciones cercanas de empresas que cierran y dejan a familiares y amigos sin empleo, cifras de paro que suben, desahucios hipotecarios, créditos que no se pueden pagar, nóminas retrasadas, dramas familiares que nos conmueven y que nos hace preguntar, ¿me puede pasar a mí? ¿seré yo el próximo afectado?
La pérdida de un bienestar pasado o el miedo a una pérdida futura nos paraliza y nos define las fases de cualquier duelo, en primer lugar, la negación con un claro y rotundo “esto no me puede estar pasando a mí”, después la fase de la tristeza y desasosiego profundo donde se producen reacciones agresivas de ira y descontento, para posteriormente entrar en una fase de resignación silenciosa de tristeza y apatía que puede generar en depresión sino se tienen las anclas emocionales suficientes para sobrevivir y por último la fase de aceptación y adaptación a una nueva realidad, interiorizando que las cosas nunca serán como antes.
Cuando en otro artículo Sebastián Fernández de Lara hablaba de humanizar las marcas me venían a la cabeza varias reflexiones acerca de cómo podíamos acometer este optimismo desde un punto de vista de la dirección estratégica de las mismas.
Existen algunos elementos a reflexionar sobre la construcción de una marca empática que insufle un halo de vitalidad y optimismo a una sociedad deprimida en un bucle de malas noticias tras malas noticias.
Todo empieza por una estructura organizativa que fomente el “employer branding empático”, que genere valor de atracción a los mejores perfiles pero que también se dote a la organización de una identidad corporativa que haga que tanto empleados como empleadores se sientan orgullos de pertenencia a la misma, transmitiendo la idea del mejor lugar para trabajar.
Seguimos con la construcción del “diálogo empático” entre consumidor y marca, fundamental en la consecución del objetivo, ya que la interacción, (“recordemos que el roce hace el cariño”) es básica para que la marca no se vea como posición dominante sino como elemento cercano que al final nos facilita nuestro tránsito vital.
Debemos construir una historia, Sidney Levy ya decía que “la mayor actividad del marketing es proporcionar y consumir historias. Relatos de adversidades, rechazos, renovaciones vitales y triunfos”, por lo tanto, nuestra marca debe contar una historia vital, ya sea de optimismo o de superación que genere la suficiente energía y que dé sentido de compra a la marca o servicio. La campaña “Impossible is nothing” de Adidas era un exponente claro.
Definir la “experiencia de usuario o de consumo” en cada uno de los puntos de contacto de la marca con el consumidor, ya sea desde la propia comunicación, desde la atención al cliente o desde el impacto del “social media”.
Entender que hablamos de “innovaciones empáticas”, una de las creencias máximas de Apple es “poner la tecnología al servicio del usuario y no a la viceversa”, el producto ha de ser útil desde la practicad que confiere la instrucción, me ayuda a hacerme la vida más fácil. Un ejemplo interesante es el de las cápsulas de Marcilla para cafeteras “de toda la vida” que supone una innovación.
Analizando todos los resortes que comporta la Responsabilidad Social Corporativa con un plan específico que incluya fundamentalmente el respeto por los derechos humanos y el medio ambiente tanto de forma interna como de forma externa a la organización.
Tan solo es un esbozo de algunas aplicaciones que se pueden generar desde las organizaciones y desde las marcas que ayuden a generar un mayor bienestar de los individuos y consigamos entre todos un movimiento más optimista que insufle de una corriente de vitalidad a una sociedad como la nuestra.
Jordi Crespo
Socio Director Hamilton
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