A partir de principios del 2000 se han ido produciendo una serie de
teorías encaminadas a explicar el cambio que se ha dado en las estrategias de
marketing.
Los primeros años las estrategias de marketing se definían por ser
procesos encaminados a planificar y ejecutar productos (y también bienes,
ideas, servicios) que hacer llegar a un consumidor final, de manera que el
proceso resultara beneficioso para la organización, es decir, procesos con el consumidor
como fin.
En este primer paradigma triunfó la teoría de las 4 P’S que nos permitía, de forma didáctica y sintética, definir un set de características ideales de
nuestro producto para que fuera adecuado al consumidor. Era una estrategia de
marketing encaminada a optimizar los recursos empresariales para ofrecer
nuestro mejor producto (producto en el sentido extensivo, bien manufacturado o
no, con una política de precios, de distribución, de comunicación…) al cliente
o consumidor.
Lineal, directa,
efectiva, de “dentro a fuera”.
En los últimos años, en especial gracias al trabajo de Lauterborn y
Hayman entre otros, se han afianzado una serie de teorías y estrategias de
marketing que definen un nuevo paradigma que está siendo aplicado con éxito por
las principales empresas e instituciones del mundo y que consiste en definir
estrategias de “fuera a dentro”, es
decir del consumidor a la compañía.
Una época en la que no vendemos
productos, satisfacemos necesidades. No vendemos colchones, satisfacemos la
necesidad de dormir de la forma más cómoda, ergonómica, barata, limpia y
elegante posible.
En esta
tesitura Lauterborn y Hayman teorizan una serie
de paradigmas que intentan explicar las relaciones de marketing desde el propio
consumidor, desde la necesidad de satisfacer sus necesidades.
Ambas teorías se centran en un análisis
exhaustivo del cliente (motivaciones, hábitos, necesidades, etc…) que nos
permite, en última medida, definir una estrategia empresarial que nos facilite
cubrir esas necesidades con productos (servicios, bienes…), a precios
adecuados, comercializados de forma eficaz, con diseños atractivos,
publicitados y distribuidos correctamente, que generen valor y marca para la
empresa.
Productos y servicios complejos y para consumidores complejos, o más bien
si queréis, productos específicos para consumidores específicos. En toda la
extensión que la palabra específico pueda tener. En este proceso de
satisfacción de necesidades vemos como las grandes compañías se adaptan y dejan
de comercializar productos de forma tradicional.
Estaremos todos de acuerdo que Apple no vende productos tecnológicos,
vende expertise, diseño, innovación, estatus y exclusividad. ¿O no?
¿Cuál será el próximo paso?, yo creo que se está comenzando a ver. Ya
comienza a no ser suficiente conocer de forma exhaustiva al consumidor y
generar productos y servicios que se adecuen a sus necesidades.
Tenemos que intentar implementar en la lógica empresarial una visión más
holística que sitúe al consumidor en su correcto lugar dentro de la estrategia
de marketing.
Hoy en día la sociedad cambia más rápido que nunca y, por lo tanto,
observar, identificar y definir esos cambios es más difícil de lo que era
antes. Gracias a la revolución que han representado los nuevos avances
tecnológicos y las nuevas formas de relación social (redes sociales, por
ejemplo) los consumidores tienen una relación directa con nuestras marcas que
hace que tengamos que estar permanentemente alerta, interactuar permanentemente
con ellos.
Por eso, además de las estrategias de marketing tradicionales, debemos
comenzar a introducir en nuestra forma de actuar estrategias de control y medición de comportamientos, situaciones,
actitudes presentes cuando el cliente ya
dispone/disfruta de nuestro producto o servicio o antes de recibirlo, en la
forma de recibirlo. Estrategias que, en definitiva, midan, controlen y
planifiquen en función, no sólo del estudio exhaustivo del consumidor si no,
sobretodo, de la relación del consumidor con la marca.
En esta tesitura podemos centrar la atención en la relación del
consumidor con 3 variables:
Process: Es determinante controlar y coordinar, de forma
global, los procesos requeridos para el desarrollo, promoción y entrega de un
determinado bien. Entender que los procesos de fabricación, distribución,
comercialización, diseño, etc…que envuelven a un producto tienen que estar
planificados e interrelacionados de
forma eficaz y efectiva y esto redunda en obtener productos de calidad.
Physical evidence o
Entorno: Debemos tener muy en cuenta, más que nunca, la relación del entorno con
el consumidor, (no necesariamente entorno físico, en un servicio o negocio
On-line el entorno puede ser el diseño o la accesibilidad del site, etc.…). El
entorno, con el que envolvemos el producto, ha de ser eficaz y eficiente en
función de las características de nuestro producto, de la idea o imagen de
marca que queremos transmitir y de las necesidades que tiene el cliente en
relación con el espacio.
People: Es más que
importante seleccionar el personal correcto, con los conocimientos y cualidades
necesarias para garantizar, por un lado, una atención al cliente correcta y,
por el otro lado, que sepa transmitir la ideología, la visión y el objetivo de
la compañía.
El consumidor ya no es fin en nuestra estrategia de marketing (paradigma
antiguo 4 P’s), ni es esencialmente un medio (paradigma actual 4 C’s, 8 D’s,
entre otras). El consumidor es la pieza esencial que, en un modelo holístico y
global, inicia el proceso, sirve para
medir el funcionamiento del proceso iniciado (define la eficacia del proceso) y
acaba por aportar valor a la marca.
De las necesidades que tiene un consumidor generamos marcas, productos,
les damos un conjunto de características como forma, precio, diseño, distribución,
pero es el consumidor, a través de su
experiencia con nuestra marca, el que les otorga valor, imagen, satisfacción,
nos reclama atención y relación, innovación, y de esta relación directa y
continua con el cliente es como construimos y re-construimos nuestra marca.
Y cuanto mayor sea la relación que consigamos generar con los
consumidores y mejor cubramos estas nuevas variables, más fuerte será nuestro
punto de partida como marca para iniciar de nuevo el proceso de definir
necesidades, crear productos, ofrecerlos, comunicarlos, medir su impacto….y
volver a comenzar otra vez el proceso.
Un proceso de relación directa consumidor / marca continuo y perpetuo.
Paco Escudero Muñiz